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martes, 17 de enero de 2012
jueves, 12 de enero de 2012
SEGUNDA PARTE-LECTURA PARA EL VIERNES 12
SEGUNDA PARTE DE LA LECTURA PARA EL VIERNES 13 DE ENERO DE 2012
En esta última parte de la lectura, vamos a ver las concepciones de Platón con respecto al hombre y al estado… estos elementos son sumamente importantes niñas, porque es lo que tiene que ver más fuertemente con nosotros hoy, con la forma como vemos a las personas y a nuestras relaciones políticas.
5. EL HOMBRE EN PLATÓN (ANTROPOLOGIA PLATONICA)
Si yo les digo que el hombre es un ser compuesto de “alma” y de “cuerpo”, ustedes no estarían escuchando nada extraño, ¿verdad? Lo extraño es si les digo otra cosa. Sin embargo, cuando estudiamos a Pitágoras, recordarán la religión órfica… ¿sí la recuerdan? Es en Grecia en donde se empieza a decir que el alma es un ente distinto del cuerpo, algo que se sobre pone… Esta idea es también una característica de las religiones orientales, de hecho de casi toda la humanidad. En Platón encontramos algunas ideas importantes sobre las relaciones entre el alma y el cuerpo… para Platón el Cuerpo es la “tumba” y la “cárcel” del alma… y ella tiene que salir de él cuando sea purificada.
Nosotros, mientras tengamos cuerpo, estamos “muertos”, porque somos fundamentalmente alma y el alma, mientras esté en el cuerpo, está como en una tumba y por lo tanto está mortificada; nuestra muerte (con el cuerpo) es vivir, porque, al morir el cuerpo, se libera el alma de su cárcel. El cuerpo es la raíz de todo mal, y fuente de dementes amores, pasiones, enemistades, discordias, ignorancia y locura; y es todo esto justamente lo que mortifica al alma. Esta concepción negativa del cuerpo se atenúa un poco en las últimas obras de Platón, pero no desaparece del todo. (Y esta concepción tan negativa de lo material, de lo corporal, de lo físico, nos llegará por diferentes vías, hasta nuestros mismos días).
Entonces, Platón en su libro “El Fedón” plantea la fuga del cuerpo: el alma debe buscar cómo huir, en cuanto pueda, y por eso el verdadero filósofo desea la muerte y la verdadera filosofía es un “ejercicio de muerte”. El sentido de esta paradoja es claro. La muerte es un episodio que ontológicamente toca al cuerpo; no solo no daña al alma sino que le proporciona gran beneficio, al permitirle vivir una vida más verdadera, una vida toda recogida en sí misma, sin obstáculos ni velos, completamente unida a lo inteligible. Esto significa que la muerte del cuerpo desvela la verdadera vida del alma. Por lo tanto, el sentido de la paradoja no cambia, al invertir su formulación, sino que se especifica mejor: el filósofo es aquel que desea la verdadera vida (=muerte del cuerpo) y la filosofía es el ejercicio de la vida verdadera, de la vida en la dimensión del espíritu. La “fuga del cuerpo” es el reencuentro con el espíritu.
Otra paradoja es expresada por Platón como la “Fuga del Mundo”. La huida del mundo significa llegar a ser virtuosos, y buscar asemejarnos a Dios. “El mal no puede perecer, nos hace siempre opuestos al bien; ni puede tener morada entre los dioses, sino que por necesidad ha de vagar en esta tierra y en torno a nuestra naturaleza mortal. He ahí por qué nos conviene huir de aquí lo más pronto posible para ir arriba. Y esta fuga es “asemejarse a Dios en cuanto le es posible al hombre, y asemejarse a Dios es adquirir justicia y santidad junto con sabiduría”.
Como se ve, las dos paradojas tienen un significado idéntico: huir del cuerpo quiere decir huir del mal del cuerpo mediante la virtud y el conocimiento; huir de mundo quiere decir huir del mal del mundo siempre mediante la virtud y el conocimiento; seguir la virtud y el conocimiento quiere decir hacerse semejante a Dios que, como se dice en Las Leyes es la “medida” de todas las cosas.
Sócrates había puesto en la “curación del alma” la tarea suprema moral del hombre. Platón confirma el mandato socrático añadiéndole un matiz místico, precisando que “curación del alma” significa “purificación del alma”. Esta purificación se realiza cuando el alma, trascendiendo los sentidos, se posesiona del puro mundo inteligible y de lo espiritual y esto uniéndose a lo que le es del mismo género y connatural. Aquí la purificación coincide con el proceso de suprema elevación al supremo conocimiento de lo inteligible. Es necesario reflexionar sobre este valor de purificación que se le reconoce a la ciencia y al conocimiento (valor que ya en parte los antiguos Pitagóricos, como vimos, habían descubierto), para comprender la novedad del misticismo platónico: no se trata de contemplación, sino de un esfuerzo catártico de búsqueda y de acceso progresivo al conocimiento. Se entiende entonces, así, perfectamente, que para Platón el proceso de conocimiento racional sea a un tiempo proceso de “con-versión” moral: en efecto, en la medida en que el proceso de conocimiento racional nos lleva del mundo sensible al suprasensible, nos convierte de un mundo al otro, nos lleva de la falsa a la verdadera dimensión del ser. El alma, pues, se cura, se purifica, se convierte, se eleva “conociendo”. Y en esto está la virtud.
Esta tesis se expone no solo en El Fedón sino también en los libros centrales de La República: la dialéctica es liberación de los cepos y de las cadenas de lo sensible, es “conversión” del devenir al ser, es iniciación al Bien supremo. Por tanto, W. Jaeger escribió, justamente, a este respecto: “Cuando se plantee el problema no ya del fenómeno “conversión” como tal sino del origen del concepto cristiano de conversión, se debe reconocer en Platón el primer autor de este concepto”.
Para Sócrates era suficiente comprender que la esencia del hombre es el alma (psyché) para fundar la nueva moral. No era necesario, según su parecer, establecer si el alma era o no inmortal; la virtud tiene su premio en sí misma, del mismo modo que el vicio tiene su castigo en sí mismo, es decir: se es bueno, no para alcanzar ninguna recompensa, sino por el placer de ser bueno (¿recuerdan que lo vimos en ética?, el eudemonismo). Pero eso no le cabía a Platón en la cabeza… pues, si la muerte era el fin de todo, entonces, ¿para qué ser bueno? Y ¿cómo callar a los sofistas que decía que no era necesario seguir ninguna ética? Por eso Platón se preocupa mucho por mostrar la inmortalidad de alma.
El alma humana – dice Platón- es capaz de conocer las realidades inmutables y eternas; pero para poder captarlas, debe tener necesariamente una naturaleza que les sea afín: de otro modo aquellas permanecerían por fuera de su capacidad de comprensión; y pues como ellas son inmutables y eternas así el alma debe ser inmutable y eterna.
En El Timeo Platón precisa que las almas son generadas por el Demiurgo, con la misma sustancia con la que fue hecha el alma del mundo (compuesta de “esencia”, “identidad” y “diversidad”); ellas tienen pues un nacimiento pero, por una precisa disposición divina, no están sometidas a la muerte como no está sometido a la muerte todo lo que fue directamente producido por el Demiurgo.
Con Platón, el hombre descubrió que es un ser compuesto de dos dimensiones. Y esta adquisición es irreversible pues aun los que negaren la dimensión suprafísica, estarán obligados a dar a la dimensión física un significado diverso por completo del que tenía cuando se ignoraba lo suprasensible.
La pregunta es: ¿qué pasa con las almas cuando se mueren? ¿recuerdan niñas lo que vimos de “transmigración de las almas? Busquen por favor eso en su cuaderno… el alma pasa de cuerpo en cuerpo, naciendo una y otra vez, de formas diferentes, hasta alcanzar la perfección. Según Platón, las almas que han vivido una vida excesivamente ligada a los cuerpos, a las pasiones, a los amores y a los goces de estos, no logran, con la muerte, separarse por completo de lo corpóreo, que les ha llegado a ser connatural. Estas almas vagan por un cierto tiempo, por temor al Hades, alrededor de los sepulcros como fantasmas, hasta cuando, atraídas por el deseo de lo corpóreo, se unan de nuevo a los cuerpos y no solo de hombres sino también de animales, según la bajeza del tenor de vida moral tenido en la vida anterior. En cambio las almas que vivieron de acuerdo con la virtud, pero no la filosófica, se reencarnarán en animales domesticados y sociables o incluso en hombres honrados.
“Pero – dice Platón- a la estirpe de los dioses no se le ha concedido unirse a quien no haya cultivado la filosofía y no se haya ido puro, por completo, del cuerpo, sino que le ha sido concedido solamente a quien fe amante del saber”.
En La República, Platón habla de un segundo género de reencarnación del alma, notablemente distinto de este. Las almas existen en número limitado, de modo que si todas ellas tuvieran, en el más allá, un premio o un castigo eternos, en un cierto momento el mundo se quedaría vacío. Por este motivo evidente, Platón piensa que el castigo y el premio ultraterrenos por una vida vivida en la tierra, deben tener una duración limitada y un término fijo. Y como una vida terrena dura al máximo cien años, Platón, influenciado evidentemente por la mística pitagórica del número diez, piensa que la vida ultraterrena debe tener una duración de diez veces cien años, es decir, de mil años (para las almas que han cometido crímenes grandísimos e irreparables, el castigo continúa aun mil años más), Trascurrido este ciclo, las almas deber volver a nacer en la tierra.
6. EL ESTADO IDEAL SEGÚN PLATÓN. (LA POLÍTICA PLATÓNICA)
La “República” platónica
Platón hace que Sócrates pronuncie estas palabras en el diálogo Gorgias: “Creo estar entre aquellos pocos Atenienses, por no decir el único, que intenta la verdadera política, y el único entre los contemporáneos que la practique”. El “verdadero arte política” es el arte que “cura el alma” y la hace ser “virtuosa” en cuanto sea posible y por eso es el arte del filósofo. La tesis, pues, que maduró Platón, a partir del Gorgias, y expuso de manera temática en La República es precisamente la de la coincidencia de la verdadera filosofía con la verdadera política. Sólo si el político se hace “filósofo” (o viceversa) puede construir la verdadera Ciudad, es decir, el Estado basado en el supremo valor de la justicia y el bien. Es claro, sin embargo, que estas tesis resultan totalmente comprensible solo si se recuperan algunas concepciones propiamente griegas:
a) el antiguo sentido de filosofía como “conocimiento del entero” (de las supremas razones de las cosas);
b) el sentido de la reducción de la esencia del hombre a su “alma” (psyché);
c) la coincidencia entre individuo y ciudadano.
d) La Ciudad-Estado como horizonte de todos los valores y como única forma posible de sociedad.
Sólo teniendo muy presente esto, se pude entender la estructura de La República, la obra maestra de Platón y casi la suma de su pensamiento, al menos del que escribió. Construir la ciudad quiere decir conocer al hombre y su puesto en el universo. En efecto, dice Platón, el Estado no es sino el ensanchamiento de nuestra alma, una especie de gigantografía que reproduce en vastas dimensiones lo que es nuestra psyché. El problema central de la naturaleza de la “justicia”, que constituye el eje en torno al cual giran todos los otros temas, recibe adecuada repuesta justamente observando como nace (o como se corrompe) una Ciudad perfecta.
Por qué nace un Estado y las tres clases que los conforman
Un Estado nace porque cada uno de nosotros no es “autárquico”, es decir, no se basta a sí mismo, no puede vivir solo, y tiene necesidad de los servicios de muchos otros hombres:
1) de todos los que proveen a las necesidades materiales (comida, vestido, habitación):
2) de algunos hombres encargados de la custodia y defensa de la Ciudad;
3) de pocos hombres que sepan gobernar adecuadamente;
La Ciudad, pues, tiene necesidad de tres clases sociales:
1) la de los campesinos, artesanos y comerciantes;
2) la de los guardianes
3) la de los gobernantes
1) La primera clase está compuesta de hombres en los que predomina el aspecto de deseo del alma, que es el aspecto más elemental. Esta clase social es buena que en ella predomina la virtud de la “templanza” que es una especie de dominio y de disciplina de los placeres y deseos, y la capacidad de someterse a las clases superiores de modo conveniente. Las riquezas y los bienes, que son administrados exclusivamente por esta clase, no deberán ser muchos ni muy pocos. Estos hombres, de la clase más baja, tienen su centro en el estómago… en el vientre… tienen un alma de deseo (comida, tener, hacer), un alma que se llamará “vegetativa”.
2) La segunda clase está conformada por los hombres en quienes prevalece la fuerza “irascible” (volitiva) del alma, es decir, de hombres que se parecen a los perros de buena raza, es decir, que están dotados, a un tiempo, de mansedumbre y fiereza. La virtud de esta clase social debe ser la “fortaleza” o el “valor”, ;Los guardianes deberán vigilar, además de los peligros que pueden sobrevenir del exterior, también los que pueden provenir de lo interno. Por ejemplo, deberán evitar que en la primera clase se produzca demasiada riqueza (que genera el ocio, el lujo, el amor indiscriminado por la novedad), o demasiada pobreza (que genera los vicios opuestos). Además, deberán hacer que el Estado no crezca demasiado ni se empequeñezca demasiado, Deberán además procurar que las tareas confiadas a los ciudadanos sean correspondientes a su naturaleza y se dé a cada uno la educación correspondiente. Estos hombres, de la clase media, tienen su centro en el corazón, en las emociones, tienen un alma de voluntad, un alma que se llamara “animal”.
3) Los gobernantes, finalmente, deberán ser aquellos que hayan sabido amar a la Ciudad más que los otros y hayan sabido cumplir celosamente con los deberes y sobre todo, que hayan sabido conocer y contemplar el Bien. En los gobernantes predomina, pues, el alma “racional” y su virtud específica es la “sabiduría”, su centro es la “mente”.
La Ciudad perfecta, pues, es aquella en la que predominan la templanza en la primera clase social, la fortaleza y el valor en la segunda y la sabiduría en la tercera. La “justicia” no es otra cosa que la armonía que se establece entre estas tres virtudes: cuando cada ciudadano y cada clase social atienden a la función que les es propia del mejor modo posible y hacen lo están llamados a hacer, por naturaleza y leyes, entonces se realiza la perfecta justicia.
Por eso, una sociedad con templanza, fortaleza, sabiduría y justicia (las cuatro virtudes cardinales) es una sociedad perefcta.
La Ciudad perfecta ha de tener una educación perfecta. La primera clase social no necesita una educación especial porque las artes y los oficios se aprenden fácilmente con la práctica. Para la clase de los Guardianes, Platón propone la clásica educación gimnástico-musical, orientada a robustecer de forma conveniente el elemento de nuestra alma de la que proceden el valor y la fortaleza. Pero para esta clase, Platón propone la “comunidad” de todos los bienes. Comunión de los hombres y de las mujeres y por lo tanto de los hijos y la abolición de cualquier tipo de propiedad de bienes materiales. Tener riqueza es propio solo de la clase inferior, y son ellos los que deben proveer a las necesidades materiales de los de las clases superiores. Hombres y mujeres de la clase de los Guardianes deben recibir la misma educación y mantener las mismas tareas. Los hijos, rápidamente separados de los padres, serían criados y educados en lugares aptos, sin que conozca a sus padres. Esta concepción audacísima fue propuesta por Platón con la intención de crear una gran familia en la que todos se amaran como padres, madres, hijos, hermanos, hermanas, parientes. Creía que de ese modo se eliminarían las razones que alimentan el egoísmo y las barreras de lo “mío y lo “tuyo”. Todos deberían decir “es nuestro”. El bien privado debía convertirse en bien común.
La educación que Platón preveía para los gobernantes era filosófica, y debía durar hasta los 50 años (Platón la llamaba la “larga calle”). Entre los 30 y los 50 años debía darse la etapa más dificil, es decir, la prueba de la dialéctica y de los 35 a los 50 años debía acontecer un reencuentro con la realidad empírica (con la aceptación de diversas tareas). La finalidad de la educación del político-filósofo era la de llegar a contemplar el Bien, el “máximo conocimiento” y de formarse a sí mismo según el Bien para luego poner el Bien mismo en la realidad histórica.
Se comprende, pues, las afirmaciones de Platón al final del Libro IX de La República según las cuales “poco importa si existe o si puede existir” tal Ciudad; basta con que cada uno viva de acuerdo con las leyes de esta Ciudad, es decir, de acuerdo con las leyes del Bien y de la justicia. En síntesis, la Ciudad platónica se realiza antes que en la realidad externa, en la interioridad del hombre. Este es, en último término, su verdadero lugar.
Platón mostró los diferentes tipos de gobierno, y los dividió así:
1) si es un hombre solo el que gobierna e imita el ideal del político, se tiene la monarquía;
2) si es una multitud de hombres ricos que imita al político ideal se tiene la aristocracia;
3) si es todo el pueblo el que gobierna y busca imitar al político ideal se tiene la democracia.
Cuando estas formas de constitución se corrompen y los gobernantes buscan el propio beneficio y no el beneficio público:
1) la monarquía se convierte en tiranía
2) la aristocracia se convierte en oligarquía
3) la democracia se convierte en demagogia
Si los Estados son bien gobernados, la mejor forma de gobierno es la primera; cuando en cambio son corrompidos la mejor es la tercera porque la libertad está garantizada.
En Las Leyes Platón recomienda, finalmente, dos conceptos básicos: el de la “constitución mixta” y el de la “igualdad proporcional”. Demasiado poder produce el absolutismo tiránico y demasiada libertad produce la demagogia. Lo mejor está en la libertad equilibrada con la autoridad en “justa medida”. La verdadera igualdad no es la del abstracto igualitarismo a toda costa sino la “proporcional”.
7 – CONCLUSIÓN SOBRE PLATÓN
Terminemos por donde empezamos: con el mito de la Caverna. ¿recuerdan que se los expliqué? En este mito se resume todo lo que hemos visto, todo el pensamiento de Platón… por eso, volvamos sobre él y entendámoslo bien:
Imaginemos unos hombres que viven en una habitación subterránea, una caverna que tiene el ingreso abierto a la luz en toda su anchura, con un largo vestíbulo de acceso; imaginemos también que los habitantes de esta caverna están amarrados por las piernas y el cuello, de modo que no pueden voltearse y que por lo tanto solo puedan mirar hacia el fondo de la caverna misma. Imaginemos además que fuera de la caverna hay apenas una tapia de la altura de un hombre y que detrás de ella ( y por lo tanto tapados por completo por la tapia) se mueven unos hombres que llevan sobre sus espaldas estatuas labradas en piedra y madera, que representan toda clase de cosas. Imaginemos todavía que detrás de esos hombres arda un gran fuego y que en lo alto resplandezca el sol. Finalmente, imaginemos que la caverna tenga un eco y que los hombres que pasan por detrás de la tapia hablen de modo que en la caverna retumben sus voces por efecto del eco.
Pues bien, si fuera así, aquellos prisioneros no podrían ver sino las sombras de las estatuas que se proyectan en la caverna y escucharían las voces: pero ellos creerían, no habiendo visto otra cosa, que dichas sombras serían la única y verdadera realidad y pensarían que las voces del eco serían voces producidas por esas sombras. Ahora bien, supongamos que uno de estos prisioneros logre safarse, con dificultad, de los cepos; pues bien, este lograría trabajosamente acostumbrarse a la nueva visión que se le aparecería; y habituándose, vería las estatuas que se mueven por encima del muro y entendería que ellas son mucho más verdaderas que lo que veía primero y que ahora le aparecen como sombras. Y supongamos que alguno traiga al prisionero fuera de la caverna y más allá del muro; pues bien, se quedaría deslumbrado, en un primero momento, por la luz y luego, habituándose, vería las cosas mismas y por último, vería la luz misma del sol, primero reflejada y luego en sí misma, y comprendería que estas y sólo éstas son la verdaderas realidades y que el sol es la causa de todas las otras cosas visibles.
Los cuatro significados del mito de la caverna
¿Qué significa el mito?
1) Ante todo, los diversos grados ontológicos de la realidad, es decir, los géneros del ser sensible u suprasensible con sus subdistinciones: las sombras de la caverna son las meras apariencias sensibles de las cosas, las estatuas las cosas sensibles; el muro es la línea divisoria que divide las cosas sensibles de las suprasensibles; más allá del muro, las cosas verdaderas simbolizan el verdadero ser y las Ideas y el sol simboliza la Idea del Bien.
2) En segundo lugar, el mito simboliza los grados de conocimiento en las dos especies y los dos grados del mismo: la visión de las sombras significa la eikasía o imaginación, la visión de las estatuas simboliza la pistis o creencias; el paso de la visión de las estatuas a la visión de los objetos verdaderos y la visión del sol, primero mediata, luego inmediata, representa la dialéctica en los diversos grados y la intelección pura.
3) En tercer lugar, el mito de la caverna simboliza también el aspecto ascético, místico y teológico del platonismo: la vida en la dimensión de los sentidos y de lo sensible es vida en la caverna, así como la vida en la dimensión del espíritu es vida en la pura luz; el volverse de lo sensible a lo inteligible está representado explícitamente como “liberación de los cepos”, como con-versión; y la visión suprema del sol y de la luz en sí misma es la visión del Bien h y contemplación de lo divino.
4) Pero el mito de la caverna expresa igualmente la concepción política claramente platónica: Platón habla, en efecto, también de un “retorno” a la caverna de aquel que se había liberado de las cadenas, de un retorno que tiene como finalidad la liberación de las cadenas de aquellos en cuya compañía se encontraba antes esclavizado. Este “retorno” es sin duda alguna el retorno del filósofo-político, quien, si siguiera solo su deseo, se quedaría contemplando lo verdadero y en cambio superando su deseo, desciende para ver cómo liberar a los otros (el verdadero político, según Platón, no ama el mando y el poder, sino que emplea el mando y el poder como servicio, para hacer el bien). ¿Qué le podrá pasar al que baja de nuevo? Este, pasando de la luz a la sombra, no verá más sino luego de haberse habituado de nuevo a lo oscuro; trabajará por readaptarse a los viejos usos de los compañeros, correrá el riesgo de no ser comprendido por ellos y, tomado por loco, correrá finalmente el riesgo de ser asesinado: como le sucedió a Sócrates y como podría también pasarle a cualquiera que testimonie en dimensión socrática.
Pero el hombre que ha “visto” el verdadero Bien, deberá y sabrá correr este “riesgo” que desde luego es el que da sentido a su existencia.
Nota: El Fin de semana voy a poner un pequeño taller… tengan la bondad de bajarlo y traerlo a clase el lunes. Hasta el momento, no he recibido ningún comentario de ustedes via e-mail o via facebook o via blog… significa que no hay ninguna duda y que todo marcha muy bien. Ojo pues, recuerden los exámenes… jejeje.. abrazos
En esta última parte de la lectura, vamos a ver las concepciones de Platón con respecto al hombre y al estado… estos elementos son sumamente importantes niñas, porque es lo que tiene que ver más fuertemente con nosotros hoy, con la forma como vemos a las personas y a nuestras relaciones políticas.
5. EL HOMBRE EN PLATÓN (ANTROPOLOGIA PLATONICA)
Si yo les digo que el hombre es un ser compuesto de “alma” y de “cuerpo”, ustedes no estarían escuchando nada extraño, ¿verdad? Lo extraño es si les digo otra cosa. Sin embargo, cuando estudiamos a Pitágoras, recordarán la religión órfica… ¿sí la recuerdan? Es en Grecia en donde se empieza a decir que el alma es un ente distinto del cuerpo, algo que se sobre pone… Esta idea es también una característica de las religiones orientales, de hecho de casi toda la humanidad. En Platón encontramos algunas ideas importantes sobre las relaciones entre el alma y el cuerpo… para Platón el Cuerpo es la “tumba” y la “cárcel” del alma… y ella tiene que salir de él cuando sea purificada.
Nosotros, mientras tengamos cuerpo, estamos “muertos”, porque somos fundamentalmente alma y el alma, mientras esté en el cuerpo, está como en una tumba y por lo tanto está mortificada; nuestra muerte (con el cuerpo) es vivir, porque, al morir el cuerpo, se libera el alma de su cárcel. El cuerpo es la raíz de todo mal, y fuente de dementes amores, pasiones, enemistades, discordias, ignorancia y locura; y es todo esto justamente lo que mortifica al alma. Esta concepción negativa del cuerpo se atenúa un poco en las últimas obras de Platón, pero no desaparece del todo. (Y esta concepción tan negativa de lo material, de lo corporal, de lo físico, nos llegará por diferentes vías, hasta nuestros mismos días).
Entonces, Platón en su libro “El Fedón” plantea la fuga del cuerpo: el alma debe buscar cómo huir, en cuanto pueda, y por eso el verdadero filósofo desea la muerte y la verdadera filosofía es un “ejercicio de muerte”. El sentido de esta paradoja es claro. La muerte es un episodio que ontológicamente toca al cuerpo; no solo no daña al alma sino que le proporciona gran beneficio, al permitirle vivir una vida más verdadera, una vida toda recogida en sí misma, sin obstáculos ni velos, completamente unida a lo inteligible. Esto significa que la muerte del cuerpo desvela la verdadera vida del alma. Por lo tanto, el sentido de la paradoja no cambia, al invertir su formulación, sino que se especifica mejor: el filósofo es aquel que desea la verdadera vida (=muerte del cuerpo) y la filosofía es el ejercicio de la vida verdadera, de la vida en la dimensión del espíritu. La “fuga del cuerpo” es el reencuentro con el espíritu.
Otra paradoja es expresada por Platón como la “Fuga del Mundo”. La huida del mundo significa llegar a ser virtuosos, y buscar asemejarnos a Dios. “El mal no puede perecer, nos hace siempre opuestos al bien; ni puede tener morada entre los dioses, sino que por necesidad ha de vagar en esta tierra y en torno a nuestra naturaleza mortal. He ahí por qué nos conviene huir de aquí lo más pronto posible para ir arriba. Y esta fuga es “asemejarse a Dios en cuanto le es posible al hombre, y asemejarse a Dios es adquirir justicia y santidad junto con sabiduría”.
Como se ve, las dos paradojas tienen un significado idéntico: huir del cuerpo quiere decir huir del mal del cuerpo mediante la virtud y el conocimiento; huir de mundo quiere decir huir del mal del mundo siempre mediante la virtud y el conocimiento; seguir la virtud y el conocimiento quiere decir hacerse semejante a Dios que, como se dice en Las Leyes es la “medida” de todas las cosas.
Sócrates había puesto en la “curación del alma” la tarea suprema moral del hombre. Platón confirma el mandato socrático añadiéndole un matiz místico, precisando que “curación del alma” significa “purificación del alma”. Esta purificación se realiza cuando el alma, trascendiendo los sentidos, se posesiona del puro mundo inteligible y de lo espiritual y esto uniéndose a lo que le es del mismo género y connatural. Aquí la purificación coincide con el proceso de suprema elevación al supremo conocimiento de lo inteligible. Es necesario reflexionar sobre este valor de purificación que se le reconoce a la ciencia y al conocimiento (valor que ya en parte los antiguos Pitagóricos, como vimos, habían descubierto), para comprender la novedad del misticismo platónico: no se trata de contemplación, sino de un esfuerzo catártico de búsqueda y de acceso progresivo al conocimiento. Se entiende entonces, así, perfectamente, que para Platón el proceso de conocimiento racional sea a un tiempo proceso de “con-versión” moral: en efecto, en la medida en que el proceso de conocimiento racional nos lleva del mundo sensible al suprasensible, nos convierte de un mundo al otro, nos lleva de la falsa a la verdadera dimensión del ser. El alma, pues, se cura, se purifica, se convierte, se eleva “conociendo”. Y en esto está la virtud.
Esta tesis se expone no solo en El Fedón sino también en los libros centrales de La República: la dialéctica es liberación de los cepos y de las cadenas de lo sensible, es “conversión” del devenir al ser, es iniciación al Bien supremo. Por tanto, W. Jaeger escribió, justamente, a este respecto: “Cuando se plantee el problema no ya del fenómeno “conversión” como tal sino del origen del concepto cristiano de conversión, se debe reconocer en Platón el primer autor de este concepto”.
Para Sócrates era suficiente comprender que la esencia del hombre es el alma (psyché) para fundar la nueva moral. No era necesario, según su parecer, establecer si el alma era o no inmortal; la virtud tiene su premio en sí misma, del mismo modo que el vicio tiene su castigo en sí mismo, es decir: se es bueno, no para alcanzar ninguna recompensa, sino por el placer de ser bueno (¿recuerdan que lo vimos en ética?, el eudemonismo). Pero eso no le cabía a Platón en la cabeza… pues, si la muerte era el fin de todo, entonces, ¿para qué ser bueno? Y ¿cómo callar a los sofistas que decía que no era necesario seguir ninguna ética? Por eso Platón se preocupa mucho por mostrar la inmortalidad de alma.
El alma humana – dice Platón- es capaz de conocer las realidades inmutables y eternas; pero para poder captarlas, debe tener necesariamente una naturaleza que les sea afín: de otro modo aquellas permanecerían por fuera de su capacidad de comprensión; y pues como ellas son inmutables y eternas así el alma debe ser inmutable y eterna.
En El Timeo Platón precisa que las almas son generadas por el Demiurgo, con la misma sustancia con la que fue hecha el alma del mundo (compuesta de “esencia”, “identidad” y “diversidad”); ellas tienen pues un nacimiento pero, por una precisa disposición divina, no están sometidas a la muerte como no está sometido a la muerte todo lo que fue directamente producido por el Demiurgo.
Con Platón, el hombre descubrió que es un ser compuesto de dos dimensiones. Y esta adquisición es irreversible pues aun los que negaren la dimensión suprafísica, estarán obligados a dar a la dimensión física un significado diverso por completo del que tenía cuando se ignoraba lo suprasensible.
La pregunta es: ¿qué pasa con las almas cuando se mueren? ¿recuerdan niñas lo que vimos de “transmigración de las almas? Busquen por favor eso en su cuaderno… el alma pasa de cuerpo en cuerpo, naciendo una y otra vez, de formas diferentes, hasta alcanzar la perfección. Según Platón, las almas que han vivido una vida excesivamente ligada a los cuerpos, a las pasiones, a los amores y a los goces de estos, no logran, con la muerte, separarse por completo de lo corpóreo, que les ha llegado a ser connatural. Estas almas vagan por un cierto tiempo, por temor al Hades, alrededor de los sepulcros como fantasmas, hasta cuando, atraídas por el deseo de lo corpóreo, se unan de nuevo a los cuerpos y no solo de hombres sino también de animales, según la bajeza del tenor de vida moral tenido en la vida anterior. En cambio las almas que vivieron de acuerdo con la virtud, pero no la filosófica, se reencarnarán en animales domesticados y sociables o incluso en hombres honrados.
“Pero – dice Platón- a la estirpe de los dioses no se le ha concedido unirse a quien no haya cultivado la filosofía y no se haya ido puro, por completo, del cuerpo, sino que le ha sido concedido solamente a quien fe amante del saber”.
En La República, Platón habla de un segundo género de reencarnación del alma, notablemente distinto de este. Las almas existen en número limitado, de modo que si todas ellas tuvieran, en el más allá, un premio o un castigo eternos, en un cierto momento el mundo se quedaría vacío. Por este motivo evidente, Platón piensa que el castigo y el premio ultraterrenos por una vida vivida en la tierra, deben tener una duración limitada y un término fijo. Y como una vida terrena dura al máximo cien años, Platón, influenciado evidentemente por la mística pitagórica del número diez, piensa que la vida ultraterrena debe tener una duración de diez veces cien años, es decir, de mil años (para las almas que han cometido crímenes grandísimos e irreparables, el castigo continúa aun mil años más), Trascurrido este ciclo, las almas deber volver a nacer en la tierra.
6. EL ESTADO IDEAL SEGÚN PLATÓN. (LA POLÍTICA PLATÓNICA)
La “República” platónica
Platón hace que Sócrates pronuncie estas palabras en el diálogo Gorgias: “Creo estar entre aquellos pocos Atenienses, por no decir el único, que intenta la verdadera política, y el único entre los contemporáneos que la practique”. El “verdadero arte política” es el arte que “cura el alma” y la hace ser “virtuosa” en cuanto sea posible y por eso es el arte del filósofo. La tesis, pues, que maduró Platón, a partir del Gorgias, y expuso de manera temática en La República es precisamente la de la coincidencia de la verdadera filosofía con la verdadera política. Sólo si el político se hace “filósofo” (o viceversa) puede construir la verdadera Ciudad, es decir, el Estado basado en el supremo valor de la justicia y el bien. Es claro, sin embargo, que estas tesis resultan totalmente comprensible solo si se recuperan algunas concepciones propiamente griegas:
a) el antiguo sentido de filosofía como “conocimiento del entero” (de las supremas razones de las cosas);
b) el sentido de la reducción de la esencia del hombre a su “alma” (psyché);
c) la coincidencia entre individuo y ciudadano.
d) La Ciudad-Estado como horizonte de todos los valores y como única forma posible de sociedad.
Sólo teniendo muy presente esto, se pude entender la estructura de La República, la obra maestra de Platón y casi la suma de su pensamiento, al menos del que escribió. Construir la ciudad quiere decir conocer al hombre y su puesto en el universo. En efecto, dice Platón, el Estado no es sino el ensanchamiento de nuestra alma, una especie de gigantografía que reproduce en vastas dimensiones lo que es nuestra psyché. El problema central de la naturaleza de la “justicia”, que constituye el eje en torno al cual giran todos los otros temas, recibe adecuada repuesta justamente observando como nace (o como se corrompe) una Ciudad perfecta.
Por qué nace un Estado y las tres clases que los conforman
Un Estado nace porque cada uno de nosotros no es “autárquico”, es decir, no se basta a sí mismo, no puede vivir solo, y tiene necesidad de los servicios de muchos otros hombres:
1) de todos los que proveen a las necesidades materiales (comida, vestido, habitación):
2) de algunos hombres encargados de la custodia y defensa de la Ciudad;
3) de pocos hombres que sepan gobernar adecuadamente;
La Ciudad, pues, tiene necesidad de tres clases sociales:
1) la de los campesinos, artesanos y comerciantes;
2) la de los guardianes
3) la de los gobernantes
1) La primera clase está compuesta de hombres en los que predomina el aspecto de deseo del alma, que es el aspecto más elemental. Esta clase social es buena que en ella predomina la virtud de la “templanza” que es una especie de dominio y de disciplina de los placeres y deseos, y la capacidad de someterse a las clases superiores de modo conveniente. Las riquezas y los bienes, que son administrados exclusivamente por esta clase, no deberán ser muchos ni muy pocos. Estos hombres, de la clase más baja, tienen su centro en el estómago… en el vientre… tienen un alma de deseo (comida, tener, hacer), un alma que se llamará “vegetativa”.
2) La segunda clase está conformada por los hombres en quienes prevalece la fuerza “irascible” (volitiva) del alma, es decir, de hombres que se parecen a los perros de buena raza, es decir, que están dotados, a un tiempo, de mansedumbre y fiereza. La virtud de esta clase social debe ser la “fortaleza” o el “valor”, ;Los guardianes deberán vigilar, además de los peligros que pueden sobrevenir del exterior, también los que pueden provenir de lo interno. Por ejemplo, deberán evitar que en la primera clase se produzca demasiada riqueza (que genera el ocio, el lujo, el amor indiscriminado por la novedad), o demasiada pobreza (que genera los vicios opuestos). Además, deberán hacer que el Estado no crezca demasiado ni se empequeñezca demasiado, Deberán además procurar que las tareas confiadas a los ciudadanos sean correspondientes a su naturaleza y se dé a cada uno la educación correspondiente. Estos hombres, de la clase media, tienen su centro en el corazón, en las emociones, tienen un alma de voluntad, un alma que se llamara “animal”.
3) Los gobernantes, finalmente, deberán ser aquellos que hayan sabido amar a la Ciudad más que los otros y hayan sabido cumplir celosamente con los deberes y sobre todo, que hayan sabido conocer y contemplar el Bien. En los gobernantes predomina, pues, el alma “racional” y su virtud específica es la “sabiduría”, su centro es la “mente”.
La Ciudad perfecta, pues, es aquella en la que predominan la templanza en la primera clase social, la fortaleza y el valor en la segunda y la sabiduría en la tercera. La “justicia” no es otra cosa que la armonía que se establece entre estas tres virtudes: cuando cada ciudadano y cada clase social atienden a la función que les es propia del mejor modo posible y hacen lo están llamados a hacer, por naturaleza y leyes, entonces se realiza la perfecta justicia.
Por eso, una sociedad con templanza, fortaleza, sabiduría y justicia (las cuatro virtudes cardinales) es una sociedad perefcta.
La Ciudad perfecta ha de tener una educación perfecta. La primera clase social no necesita una educación especial porque las artes y los oficios se aprenden fácilmente con la práctica. Para la clase de los Guardianes, Platón propone la clásica educación gimnástico-musical, orientada a robustecer de forma conveniente el elemento de nuestra alma de la que proceden el valor y la fortaleza. Pero para esta clase, Platón propone la “comunidad” de todos los bienes. Comunión de los hombres y de las mujeres y por lo tanto de los hijos y la abolición de cualquier tipo de propiedad de bienes materiales. Tener riqueza es propio solo de la clase inferior, y son ellos los que deben proveer a las necesidades materiales de los de las clases superiores. Hombres y mujeres de la clase de los Guardianes deben recibir la misma educación y mantener las mismas tareas. Los hijos, rápidamente separados de los padres, serían criados y educados en lugares aptos, sin que conozca a sus padres. Esta concepción audacísima fue propuesta por Platón con la intención de crear una gran familia en la que todos se amaran como padres, madres, hijos, hermanos, hermanas, parientes. Creía que de ese modo se eliminarían las razones que alimentan el egoísmo y las barreras de lo “mío y lo “tuyo”. Todos deberían decir “es nuestro”. El bien privado debía convertirse en bien común.
La educación que Platón preveía para los gobernantes era filosófica, y debía durar hasta los 50 años (Platón la llamaba la “larga calle”). Entre los 30 y los 50 años debía darse la etapa más dificil, es decir, la prueba de la dialéctica y de los 35 a los 50 años debía acontecer un reencuentro con la realidad empírica (con la aceptación de diversas tareas). La finalidad de la educación del político-filósofo era la de llegar a contemplar el Bien, el “máximo conocimiento” y de formarse a sí mismo según el Bien para luego poner el Bien mismo en la realidad histórica.
Se comprende, pues, las afirmaciones de Platón al final del Libro IX de La República según las cuales “poco importa si existe o si puede existir” tal Ciudad; basta con que cada uno viva de acuerdo con las leyes de esta Ciudad, es decir, de acuerdo con las leyes del Bien y de la justicia. En síntesis, la Ciudad platónica se realiza antes que en la realidad externa, en la interioridad del hombre. Este es, en último término, su verdadero lugar.
Platón mostró los diferentes tipos de gobierno, y los dividió así:
1) si es un hombre solo el que gobierna e imita el ideal del político, se tiene la monarquía;
2) si es una multitud de hombres ricos que imita al político ideal se tiene la aristocracia;
3) si es todo el pueblo el que gobierna y busca imitar al político ideal se tiene la democracia.
Cuando estas formas de constitución se corrompen y los gobernantes buscan el propio beneficio y no el beneficio público:
1) la monarquía se convierte en tiranía
2) la aristocracia se convierte en oligarquía
3) la democracia se convierte en demagogia
Si los Estados son bien gobernados, la mejor forma de gobierno es la primera; cuando en cambio son corrompidos la mejor es la tercera porque la libertad está garantizada.
En Las Leyes Platón recomienda, finalmente, dos conceptos básicos: el de la “constitución mixta” y el de la “igualdad proporcional”. Demasiado poder produce el absolutismo tiránico y demasiada libertad produce la demagogia. Lo mejor está en la libertad equilibrada con la autoridad en “justa medida”. La verdadera igualdad no es la del abstracto igualitarismo a toda costa sino la “proporcional”.
7 – CONCLUSIÓN SOBRE PLATÓN
Terminemos por donde empezamos: con el mito de la Caverna. ¿recuerdan que se los expliqué? En este mito se resume todo lo que hemos visto, todo el pensamiento de Platón… por eso, volvamos sobre él y entendámoslo bien:
Imaginemos unos hombres que viven en una habitación subterránea, una caverna que tiene el ingreso abierto a la luz en toda su anchura, con un largo vestíbulo de acceso; imaginemos también que los habitantes de esta caverna están amarrados por las piernas y el cuello, de modo que no pueden voltearse y que por lo tanto solo puedan mirar hacia el fondo de la caverna misma. Imaginemos además que fuera de la caverna hay apenas una tapia de la altura de un hombre y que detrás de ella ( y por lo tanto tapados por completo por la tapia) se mueven unos hombres que llevan sobre sus espaldas estatuas labradas en piedra y madera, que representan toda clase de cosas. Imaginemos todavía que detrás de esos hombres arda un gran fuego y que en lo alto resplandezca el sol. Finalmente, imaginemos que la caverna tenga un eco y que los hombres que pasan por detrás de la tapia hablen de modo que en la caverna retumben sus voces por efecto del eco.
Pues bien, si fuera así, aquellos prisioneros no podrían ver sino las sombras de las estatuas que se proyectan en la caverna y escucharían las voces: pero ellos creerían, no habiendo visto otra cosa, que dichas sombras serían la única y verdadera realidad y pensarían que las voces del eco serían voces producidas por esas sombras. Ahora bien, supongamos que uno de estos prisioneros logre safarse, con dificultad, de los cepos; pues bien, este lograría trabajosamente acostumbrarse a la nueva visión que se le aparecería; y habituándose, vería las estatuas que se mueven por encima del muro y entendería que ellas son mucho más verdaderas que lo que veía primero y que ahora le aparecen como sombras. Y supongamos que alguno traiga al prisionero fuera de la caverna y más allá del muro; pues bien, se quedaría deslumbrado, en un primero momento, por la luz y luego, habituándose, vería las cosas mismas y por último, vería la luz misma del sol, primero reflejada y luego en sí misma, y comprendería que estas y sólo éstas son la verdaderas realidades y que el sol es la causa de todas las otras cosas visibles.
Los cuatro significados del mito de la caverna
¿Qué significa el mito?
1) Ante todo, los diversos grados ontológicos de la realidad, es decir, los géneros del ser sensible u suprasensible con sus subdistinciones: las sombras de la caverna son las meras apariencias sensibles de las cosas, las estatuas las cosas sensibles; el muro es la línea divisoria que divide las cosas sensibles de las suprasensibles; más allá del muro, las cosas verdaderas simbolizan el verdadero ser y las Ideas y el sol simboliza la Idea del Bien.
2) En segundo lugar, el mito simboliza los grados de conocimiento en las dos especies y los dos grados del mismo: la visión de las sombras significa la eikasía o imaginación, la visión de las estatuas simboliza la pistis o creencias; el paso de la visión de las estatuas a la visión de los objetos verdaderos y la visión del sol, primero mediata, luego inmediata, representa la dialéctica en los diversos grados y la intelección pura.
3) En tercer lugar, el mito de la caverna simboliza también el aspecto ascético, místico y teológico del platonismo: la vida en la dimensión de los sentidos y de lo sensible es vida en la caverna, así como la vida en la dimensión del espíritu es vida en la pura luz; el volverse de lo sensible a lo inteligible está representado explícitamente como “liberación de los cepos”, como con-versión; y la visión suprema del sol y de la luz en sí misma es la visión del Bien h y contemplación de lo divino.
4) Pero el mito de la caverna expresa igualmente la concepción política claramente platónica: Platón habla, en efecto, también de un “retorno” a la caverna de aquel que se había liberado de las cadenas, de un retorno que tiene como finalidad la liberación de las cadenas de aquellos en cuya compañía se encontraba antes esclavizado. Este “retorno” es sin duda alguna el retorno del filósofo-político, quien, si siguiera solo su deseo, se quedaría contemplando lo verdadero y en cambio superando su deseo, desciende para ver cómo liberar a los otros (el verdadero político, según Platón, no ama el mando y el poder, sino que emplea el mando y el poder como servicio, para hacer el bien). ¿Qué le podrá pasar al que baja de nuevo? Este, pasando de la luz a la sombra, no verá más sino luego de haberse habituado de nuevo a lo oscuro; trabajará por readaptarse a los viejos usos de los compañeros, correrá el riesgo de no ser comprendido por ellos y, tomado por loco, correrá finalmente el riesgo de ser asesinado: como le sucedió a Sócrates y como podría también pasarle a cualquiera que testimonie en dimensión socrática.
Pero el hombre que ha “visto” el verdadero Bien, deberá y sabrá correr este “riesgo” que desde luego es el que da sentido a su existencia.
Nota: El Fin de semana voy a poner un pequeño taller… tengan la bondad de bajarlo y traerlo a clase el lunes. Hasta el momento, no he recibido ningún comentario de ustedes via e-mail o via facebook o via blog… significa que no hay ninguna duda y que todo marcha muy bien. Ojo pues, recuerden los exámenes… jejeje.. abrazos
martes, 10 de enero de 2012
TALLER EN MI AUSENCIA- PRIMERA PARTE DE LA LECTURA
FILOSOFÍA PLATÓNICA:
Primera Parte...
Hola niñas: Perdonen el documento sin muñequitos. Por favor, a medida que vayan leyendo, piensen que les estoy hablando... abrazos pues, y buena lectura. Esta es la que deben terminar en la clase de miércoles. Si tienen cualquier dificultad, no duden en hacérmelo saber.
PRIMERA PARTE
Primera Parte...
Hola niñas: Perdonen el documento sin muñequitos. Por favor, a medida que vayan leyendo, piensen que les estoy hablando... abrazos pues, y buena lectura. Esta es la que deben terminar en la clase de miércoles. Si tienen cualquier dificultad, no duden en hacérmelo saber.
PRIMERA PARTE
martes, 13 de diciembre de 2011
PARA LAS NIÑAS DE 10
Esta nota es para todas las niñas de 10...
No voy a subir el documento de Platón.
Mañana hablamos de eso...
Si alguna vino aquí, toda responsable,
para buscarlo y leer... pues... deje un comentario
al final de este párrafo para saber que de veras
se tomó la molestia de buscar...
Por lo demás, descansen esta tarde...
deben estar exhaustas.
Fray Duván
No voy a subir el documento de Platón.
Mañana hablamos de eso...
Si alguna vino aquí, toda responsable,
para buscarlo y leer... pues... deje un comentario
al final de este párrafo para saber que de veras
se tomó la molestia de buscar...
Por lo demás, descansen esta tarde...
deben estar exhaustas.
Fray Duván
jueves, 10 de noviembre de 2011
PARA REALIZAR EL VIERNES 11 11 11 EN CLASE
Niñas... lo pueden hacer en grupo, pero TODAS escriben...
TRABAJO DE FILOSOFÍA-VIERNES 11/11/11
1. Toma la guía de Filosofía “Legado Social” 10.
a. échale un vistazo general a la Unidad 1. ¿Descubres que hace falta un filósofo importante?
b. Según lo que hemos visto en el primer periodo, ¿qué elementos y qué temas harían falta en la guía?
c. ¿Qué cosas, temas, formas, metodologías, darías para mejorar la guía de Filosofía de 10, según lo que hemos visto hasta ahora?
2. ¿Cómo explicarías la profundidad de estas frases?
a. ¿Existe un pudor natural?
b. Más sabia es la que sabe lo que no sabe
c. La verdadera comprensión viene de dentro
d. Quien sabe lo que es correcto también hará lo correcto.
e. Estamos llenos de ignorancia, es imposible aprender algo si no nos vaciamos.
2. Toma el libro “El Mundo de Sofía”, busca los títulos
-La Filosofía en Atenas
-El hombre en el centro
-¿Quién era Sócrates?
-El Arte de Conversar
-Una Voz Divina
-Un comodín en Atenas
Lee el contenido de estos títulos, y responde
a. ¿Qué tipo de filósofo te parece que es Sócrates?
b. ¿Qué cosas te sorprenden más de él?
c. Personalmente, ¿qué piensas de su actitud ante la vida?
d. ¿Crees que Sócrates podría ayudarte en tu vida personal? ¿Cómo?
TRABAJO DE FILOSOFÍA-VIERNES 11/11/11
1. Toma la guía de Filosofía “Legado Social” 10.
a. échale un vistazo general a la Unidad 1. ¿Descubres que hace falta un filósofo importante?
b. Según lo que hemos visto en el primer periodo, ¿qué elementos y qué temas harían falta en la guía?
c. ¿Qué cosas, temas, formas, metodologías, darías para mejorar la guía de Filosofía de 10, según lo que hemos visto hasta ahora?
2. ¿Cómo explicarías la profundidad de estas frases?
a. ¿Existe un pudor natural?
b. Más sabia es la que sabe lo que no sabe
c. La verdadera comprensión viene de dentro
d. Quien sabe lo que es correcto también hará lo correcto.
e. Estamos llenos de ignorancia, es imposible aprender algo si no nos vaciamos.
2. Toma el libro “El Mundo de Sofía”, busca los títulos
-La Filosofía en Atenas
-El hombre en el centro
-¿Quién era Sócrates?
-El Arte de Conversar
-Una Voz Divina
-Un comodín en Atenas
Lee el contenido de estos títulos, y responde
a. ¿Qué tipo de filósofo te parece que es Sócrates?
b. ¿Qué cosas te sorprenden más de él?
c. Personalmente, ¿qué piensas de su actitud ante la vida?
d. ¿Crees que Sócrates podría ayudarte en tu vida personal? ¿Cómo?
viernes, 7 de octubre de 2011
LECTURA: LOS FILOSOFOS ATÓMICOS O FISICOS PLURALISTAS
HOLA NIÑAS DE DÉCIMO!!!
PARA EL 19 DE OCTUBRE... POR FAVOR LEAN ESTE DOCUMENTO!!!
SOLO LEER... PERO LEER BIEEEEEEEEEN!
VOY A HACER PREGUNTAS SOBRE ÉL... Y PROFUNDIZAREMOS SOBRE ESTOS VIEJITOS
QUE DIERON UN GRAN SALTO EN EL PENSAMIENTO HUMANO!
OJO PUES... AH!
Y PERDONEN QUE NO LES PUSE MUÑEQUITOS
1. EMPÉDOCLES DE AGRIGENTO
1.1 “Las raíces de todas las cosas”
Empédocles nació en Agrigento hacia el 484/481 a.C. y murió cerca del 424/421 a.C. Tuvo una personalidad muy fuerte: fue filósofo, místico, curandero, médico y activo en la vida pública. Compuso un poema Sobre la Naturaleza y un Poema lustral de los que han llegado algunos fragmentos. Las narraciones sobre su fin pertenecen a la leyenda: según algunos, desapareció durante un sacrificio; según otros, al contrario, se habría arrojado al volcán Etna.
Para Empédocles, como para Parménides, “nacer” y “morir” son imposibles, entendidos como venir de la nada y andar hacia la nada, porque el ser es pero el no-ser no es. Por lo tanto, nacimiento y muerte no existen y lo que los hombres han llamado con esos nombres no es sino mezclarse y disolverse algunas sustancias que permanecen eternamente iguales e indestructibles. Tales sustancias son el agua, el aire, la tierra y el fuego a los que Empédocles llamó “raíces de todas las cosas”.
Los Jónicos había escogido quien una, quien otra, de estas realidades, como “principio”, haciendo provenir las otras mediante un proceso de transformación. La novedad de Empédocles está en el hecho de haber proclamado la inalterabilidad cualitativa y la intransformabilidad de cada una.
Así nació la noción de “elemento”, precisamente como algo original y “cualitativamente inmutable”. Capaz de unirse y separarse espacial y mecánicamente en relación con otro. Como es evidente, se trata de una noción que podía aparecer sólo después de la experiencia eleática y justamente como tentativa de superación de las dificultades encontradas en ella.
Así toma forma la llamada concepción pluralista que supera el monismo de los Jónicos. En efecto, también el “pluralismo” como tal, al nivel de conciencia crítica (como el concepto de elemento) sólo podía surgir como respuesta a las drásticas negaciones de los Eleatas.
1.2. La Amistad y el Odio como fuerzas motrices, su d dinámica y sus efectos
Hay, pues, cuatro elementos que, uniéndose, dan origen a la generación de las cosas y separándose dan origen a su corrupción. Pero ¿cuáles son las fuerzas que las unen y las separan?
Empédocles introdujo las fuerzas cósmicas del Amor o de la Amistad (philía)y del Odio o Discordia (neikos), causa, respectivamente, de la unión y la separación de los elementos. Tales fuerzas, según alterna sucesión, predominan la una sobre la otra por períodos de tiempo constantes y fijados por el destino. Cuando predomina el Amor o la Amistad los elementos se reúnen en unidad; cuando predomina la Discordia, se separan.
Contrariamente a cuanto de buenas a primeras se podría pensar, el cosmos no nace cuando prevalece el Amor o la Amistad, porque el predominio total de esta fuerza si hace que los elementos se reúnan juntos para formar una unidad compacta que Empédocles llama Uno o “Esfero” (que recuerda la esfera de Parménides).
Al contrario, cuando prevalece absolutamente el Odio o la Discordia los elementos están todos separados y ni siquiera en este caso existen las cosas en el mundo.
El cosmos y las cosas del cosmos nacen en los dos períodos del paso que van del predominio de la Amistad al de la Discordia y, luego, del predominio de la Discordia al de la Amistad. En cada uno de estos períodos se da un progresivo nacimiento y una progresiva destrucción de un cosmos que necesariamente supone la acción conjunta de ambas fuerzas.
El momento de la perfección se da no en el momento de la constitución del cosmos sino en la constitución del Esfero.
1.3. Los procesos cognoscitivos
Muy interesantes son las reflexiones de Empédocles sobre la constitución de los organismos, de sus procesos vitales, y sobre todo, sus intentos de explicar los procesos cognitivos.
De las cosas y de sus poros brotan efluvios que afectan los órganos de los sentidos de manera que las partes similares de nuestros órganos reconocen las partes similares de los efluvios que provienen de las cosas: el fuego conoce el fuego, el agua al agua y así sucesivamente (en la percepción visual, el proceso es inverso y los efluvios parten de los ojos; pero permanece firme el principio que lo semejante conoce a lo semejante)
El pensamiento, en esta visión arcaica del conocimiento, tiene su vehículo en la sangre y su sede en el corazón. Por consiguiente, el pensamiento no es una prerrogativa exclusiva del hombre.
1.4. Los destinos del hombre
En el Poema lustral, Empédocles hacía suya y desarrollaba las concepciones órficas y se presentaba como profeta y mensajero de las mismas. Expresaba, en versos sugestivos, el concepto de que el alma del hombre es un daimon que fue arrojado del Olimpo a causa de una culpa original suya y arrojado a merced del ciclo de los nacimientos bajo todas las formas de los vivientes para expiar dicha culpa:
“Uno de ellos soy yo, prófugo de los dioses y errante
porque confié en la furiosa contienda [...]
porque fui un tiempo niño y niña
arbusto y pájaro y mudo pez del mar[...]
En el poema señalaba las reglas de la vida aptas para la purificación y la liberación del ciclo de las reencarnaciones y para volver a ser entre los dioses “liberados de los dolores humanos, indemnes, inviolados”.
En el pensamiento de Empédocles, la física, la mística y la teología forman una unidad compacta. Para él, son divinas las cuatro “raíces” es decir, el agua, el aire, la tierra y el fuego; son divinas las fuerzas de Amistad y de Odio: Dios es el Esfero; las almas son daimones, ellas están constituidas, como todo lo demás, por los elementos y las fuerzas cósmicas. Entre los dos poemas de Empédocles, contrariamente a lo que muchos han pensado, se da una unidad de inspiración y en absoluto nada de antítesis entre dimensión “física” y dimensión “mística”. La dificultad es, si acaso, la opuesta: en este universo en donde todo es “divino”, incluido el mismo Odio, no se ve qué no lo sea y cómo “alma” y “cuerpo” puedan estar en contraste, ya que proceden de las mismas”raíces”. Sólo Platón intentará dar respuesta a este problema.
2. ANAXÁGORAS DE CLAZOMENE: el descubrimiento de las “omeomerías” y de la Inteligencia ordenadora
2.1. La doctrina de las “semillas” u “omeomerías”
Anaxágoras continúa el intento de resolver la gran dificultad suscitada por la filosofía de los Eleatas. Nacido alrededor del 500 a.C. en Clazomene, murió alrededor del 428 a. C. Actuó durante unos 30 años en Atenas. Fue mérito propio probablemente el haber introducido la filosofía en esa ciudad, destinada a llegar a ser la capital de la filosofía antigua. Escribió un tratado Sobre la Naturaleza del cual nos han llegado fragmentos significativos.
También Anaxágoras se declara perfectamente de acuerdo con la imposibilidad de que el no-ser sea y que por lo mismo “nacer” y “morir” constituyan eventos reales: “Pero los Griegos no consideran correctamente el nacer y el morir –escribe-: en efecto ninguna cosa nace o muere, sino que a partir de cosas que existen, se produce un proceso de composición y división; así, pues, deberían llamar correctamente al nacer componerse y al morir dividirse”.
Estas “cosas que existen” que al componerse y al dividirse originan el nacer y el morir de todas las cosas, no pueden ser sólo las cuatros raíces de Empédocles. Agua, aire, tierra y fuego están, en efecto, bien lejos de explicar las innumerables cualidades que se manifiestan en los fenómenos. Las “semillas” (spérmata) o elementos de las que proceden las cosas deberán ser tantas cuantas son las innumerables cualidades de las cosas, precisamente “semillas que tengan formas, colores y sabores de todo género”, es decir, infinitamente variados. Estas semillas son, pues, el originario cualitativo pensado eleáticamente no solo como no generable (eterno) sino como inmutable (ninguna cualidad se transforma en otra, pues es precisamente original). Estos “muchos” originales son, en suma, como pensaba Melisso, el Uno.
Pero estas semillas no son sólo infinitos en número tomados en su conjunto (cualidades infinitas) sino infinitos tomados cada uno singularmente, es decir también son infinitos en cantidad: no tienen límite en grandeza (son inagotables) ni tampoco en la pequeñez, pues se pueden dividir hasta el infinito, sin que la división llegue a un límite, es decir, sin que llegue a la nada (dado que la nada no es). Cualquier semilla (cualquier sustancia -cualidad), pues, se puede dividir hasta el infinito - en partes siempre más pequeñas y las partes así obtenidas serán siempre de la misma cualidad. Precisamente por esta característica de ser- divisibles-en-partes-que-son-siempre-iguales, las “semillas” han sido llamadas “omeomerías” (el término se encuentra en Aristóteles pero no es imposible que sea de Anaxágoras), que quiere decir “partes semejantes”, “partes cualitativamente iguales” (que se obtienen cuando se divide cada una de las “semillas”.)
Primeramente, estas omeomerías constituían una masa en donde todo estaba “mezclado juntamente” de modo que “no se distinguía ninguna”. Luego una Inteligencia (de la que se hablará inmediatamente abajo) determinó un movimiento, que produjo una mezcla ordenada de la mezcla caótica, de donde brotaron todas las cosas. Cada cosa y todas ellas, por consiguiente, son mezclas bien ordenadas en las que existen todas los gérmenes de todas las cosas aunque en medida pequeñísima, proporcionadas de modo diverso. El predominio de esta o de aquel germen es el que determina la diferencia de las cosas. Por eso Anaxágoras dice exactamente: “Todo está en todo”; o también: “En cada cosa hay parte de cada cosa”. En el grano de trigo predomina un germen pero allí está incluido todo, en particular el cabello, la carne, el hueso, etc.: “¿Cómo, en efecto, podría producirse el cabello de lo que no es cabello y la carne de lo que no es carne?” Por este motivo, pues, el pan (trigo) comido y asimilado se hace cabello, carne, y todo lo demás: porque en el pan están los gérmenes de todo”. Así el filósofo de Clazomene intentaba salvar la inmovilidad sea “cuantitativa” sea “cualitativa”: nada procede de la nada ni va a la nada sino que todo está en el ser desde siempre y para siempre, incluida la cualidad aparentemente más insignificante.
2.2. La doctrina de la Inteligencia cósmica
Habíamos dicho que el movimiento que hace nacer las cosas de la mezcla caótica es dado por una Inteligencia divina.
He aquí cómo la describe Anaxágoras en uno de los fragmentos que han llegado hasta nosotros y que marca uno de los vértices del pensamiento presocrático: “Todas las otras cosas tienen parte de cada cosa pero la inteligencia es ilimitada, independiente y no mezclada con alguna cosa sino que está sola en sí. Si en efecto no estuviera en sí sino que estuviera mezclada con cualquier cosa de otro, participaría de todas las cosas, si estuviera mezclada con alguna. En todo se encuentra, en efecto, parte de cada cosa, como he dicho antes, y las cosas mezcladas le servirían de obstáculo de modo que no tendría poder sobre alguna cosa, como lo tiene estando sola en sí. Es, en efecto, la más sutil y más pura de todas las cosas y posee pleno conocimiento de todo y tiene grandísima fuerza. Y la inteligencia domina todas las cosas que tienen vida tanto las mayores como las menores”.
El fragmento –bastante conocido y celebrado con justicia- contiene una intuición verdaderamente grandiosa, es decir, la intuición de un principio que es una realidad infinita, separada de todo el resto, la más “sutil” y la más “pura” de las cosas, igual a sí misma, inteligente y sabia.
Llegamos aquí a un afinamiento notabilísimo del pensamiento de los Presocráticos: aún no hemos llegado al descubrimiento de lo inmaterial pero ciertamente estamos en la fase que lo precede inmediatamente.
3. LEUCIPO Y DEMOCRITO
3.1. La doctrina de los átomos
El último intento de responder a los problemas propuestos por el Eleatismo, permaneciendo en el ámbito de la filosofía de la physis, fue realizado por Leucipo y Demócrito, con el descubrimiento del concepto del átomo.
Leucipo, nativo de Mileto, vino a Italia a Elea (en donde conoció la doctrina eleática) hacia la mitad del s. V a.C. y de Elea pasó a Abdera en donde fundó la Escuela que fue llevada a su máximo esplendor por Demócrito, nacido en la misma ciudad.
Demócrito fue un poco más joven que su maestro. Nació en Abdera hacia el 460 a.C, y murió muy anciano, algún lustro luego de Sócrates.
Se le atribuyen numerosísimos escritos, pero probablemente el conjunto de esas obras constituía el corpus de la Escuela en los que seguramente confluyeron las del maestro y de alguno de los discípulos. Hizo largos viajes y adquirió una enorme cultura, en muy diversos ambientes, tal vez la mayor que hasta ese momento hubiera alcanzado filósofo alguno.
También los Atomistas hacen hincapié en la imposibilidad del no-ser y recalcan que el nacer no es más que un “agregarse de cosas existentes” y el morir un “disgregarse” o mejor un separarse de las mismas. Pero la concepción de estas realidades originales es novísima. Se trata de un “número infinito de cuerpos, invisibles por su pequeñez y volumen”.
Tales cuerpos son indivisibles y por eso son a-tomos (en griego “átomo” significa in-divisible) y naturalmente no generables, indestructibles, inmutables. En cierto sentido estos “átomos” están más cerca al ser eleático de las cuatros “raíces” o elementos de Empédocles y de los “gérmenes” u omeomerías de Anaxágoras, porque son cualitativamente indiferenciados; todos ellos son un ser-pleno en el mismo modo y se diferencian entre sí sólo en la forma y figura geométrica y como tales mantienen sin embargo la igualdad del ser eleático del consigo mismo (absoluta indiferencia cualitativa).
Los átomos de los de Abdera son, pues, el fraccionamiento del Ser-Uno eleático en infinitos “seres-unos” que aspiran a mantener el mayor número posible de características del Ser-Uno eleático.
3.2. Características específicas de los átomos
Al hombre moderno “átomo” evoca inevitablemente significados que ha adquirido el término en la física pos-galileana. Pero en los Abderitas, el átomo lleva el sello del modo de pensar exquisitamente griego. Indica una forma original y es por tanto un átomo-forma, es decir, indivisible. El átomo se diferencia de los otros átomos, además de la figura, por el orden y la posición. Y las formas, lo mismo que el orden y la posición pueden variar hasta el infinito. Naturalmente el átomo no es perceptible por los sentidos sino sólo con la inteligencia. El átomo es, pues, forma visible al entendimiento.
Es claro que el átomo, para ser pensado como “pleno” (de ser), supone necesariamente el “vacío” (de ser y por lo mismo el no-ser). El vacío, pues, es necesario como el pleno: sin vacío los átomos-formas no podrían diferenciarse menos aún moverse. Átomos, vacío y movimiento son la explicación de todo.
Pero, por el momento, es claro que los Atomistas buscaron superar la gran aporía eleática y salvar, al mismo tiempo, la “verdad” y la “opinión”, es decir, los “fenómenos”. La verdad viene dada por los átomos que se diversifican entre ellos sólo por las diferentes determinaciones geométrico-mecánicas (figura, orden, posición) y por el vacío; los diversos fenómenos y sus diferencias provienen del diverso modo como los átomos se agregan y del encuentro posterior de las cosas, producidas por ellos, con nuestros sentidos.
Atomo. Es una de las creaciones más significativas del pensamiento griego. Significa “indivisible” y para Leucipo y Demócrito – y luego también para Epicuro- indica el principio de toda la realidad.
El átomo no es visible sino para el ojo del entendimiento. No tiene cualidad sino sólo formas geométricas, orden y posición. Es inmutable, incorruptible, dotado naturalmente de movimiento. Todas las realidades nacen por agregación de átomos y mueren por su disgregación.
Demócrito escribe: “Opinión el frío, opinión el calor; verdad los átomos y el vacío”. Este es, ciertamente, el más ingenioso intento de justificar la opinión (la doxa como la llamaban los Griegos) que se tuvo en el ámbito de los Presocráticos.
3.3. el movimiento de los átomos, el origen del mundo y el mecanicismo
Es necesaria una aclaración más sobre el movimiento. Los estudios modernos han demostrado que es necesario distinguir en el Atomismo original tres formas de movimiento:
a) El movimiento primigenio de los átomos debía ser un movimiento caótico como el giro del polvito atmosférico en todas direcciones, que se ve en los rayos del sol que entran a través de la ventana:
b) De este movimiento proviene un movimiento en torbellino que lleva a los átomos semejantes a agregarse entre sí y a los átomos diferentes a disponerse de modo diverso y a dar origen al mundo;
c) Finalmente, hay un movimiento de los átomos que se desprenden de todas las cosas (que son compuestos atómicos) y que forman los efluvios (un ejemplo típico es el de los perfumes).
Es evidente que, desde el momento en que los átomos son infinitos, son también infinitos los mundos que proceden de ellos, diversos los unos de los otros (pero, a veces, también idénticos, siendo posible, en la infinita variedad de las combinaciones, que se de una idéntica combinación) Todos los mundos nacen, se desarrollan y luego se corrompen para dar origen a otros mundos, cíclicamente y sin término.
Los Atomistas han pasado a la historia como aquellos que ponen el mundo “por casualidad”. Pero esto no quiere decir que ellos no asignen causas al nacimiento del mundo (estas causa son, en efecto, las explicadas más arriba), pero no le asignan una causa inteligente, una causa final. El orden (el cosmos) es efecto de un encuentro mecánico de los átomos, ni proyectado ni producido por una inteligencia. La misma inteligencia sigue y no precede el compuesto atómico. Esto no quita, sin embargo, que los Atomistas hayan indicado en algunos átomos un cierto sentido privilegiado, lisos, esferiformes y de naturaleza ígnea, los constitutivos del alma y de la inteligencia. Y de acuerdo con algunos testimonios, Demócrito habría considerado tales átomos precisamente como lo divino.
3.4. Ideas gnoseológicas y morales
El conocimiento deriva de los efluvios de los átomos que se desprenden de todas las cosas (como se dijo más arriba) y entran en contacto con los sentidos. En este contacto, los átomos semejantes fuera de nosotros impresionan a los semejantes en nosotros, de modo que el semejante conoce al semejante, análogamente a cuanto ya Empédocles había dicho. Pero Demócrito insistió además sobre la diferencia entre conocimiento sensorial y conocimiento inteligible: el primero nos da únicamente la opinión; el segundo la verdad, en el sentido indicado más arriba.
Demócrito fue famoso igualmente por sus espléndidas sentencias morales que, sin embargo, parecen provenir de la tradición de la sabiduría griega más que de sus principios ontológicos. La idea central de esta ética es que el “alma es la morada de nuestra suerte” y que precisamente en el alma y no en las cosas exteriores o en los bienes del cuerpo, está la raíz de la felicidad o de la infelicidad. Una máxima suya muestra, finalmente, como había madurado ya en él una visión cosmopolita: “Cada país de la tierra está abierto para el hombre sabio; porque la patria del ánimo virtuoso es el universo entero”.
PARA EL 19 DE OCTUBRE... POR FAVOR LEAN ESTE DOCUMENTO!!!
SOLO LEER... PERO LEER BIEEEEEEEEEN!
VOY A HACER PREGUNTAS SOBRE ÉL... Y PROFUNDIZAREMOS SOBRE ESTOS VIEJITOS
QUE DIERON UN GRAN SALTO EN EL PENSAMIENTO HUMANO!
OJO PUES... AH!
Y PERDONEN QUE NO LES PUSE MUÑEQUITOS
1. EMPÉDOCLES DE AGRIGENTO
1.1 “Las raíces de todas las cosas”
Empédocles nació en Agrigento hacia el 484/481 a.C. y murió cerca del 424/421 a.C. Tuvo una personalidad muy fuerte: fue filósofo, místico, curandero, médico y activo en la vida pública. Compuso un poema Sobre la Naturaleza y un Poema lustral de los que han llegado algunos fragmentos. Las narraciones sobre su fin pertenecen a la leyenda: según algunos, desapareció durante un sacrificio; según otros, al contrario, se habría arrojado al volcán Etna.
Para Empédocles, como para Parménides, “nacer” y “morir” son imposibles, entendidos como venir de la nada y andar hacia la nada, porque el ser es pero el no-ser no es. Por lo tanto, nacimiento y muerte no existen y lo que los hombres han llamado con esos nombres no es sino mezclarse y disolverse algunas sustancias que permanecen eternamente iguales e indestructibles. Tales sustancias son el agua, el aire, la tierra y el fuego a los que Empédocles llamó “raíces de todas las cosas”.
Los Jónicos había escogido quien una, quien otra, de estas realidades, como “principio”, haciendo provenir las otras mediante un proceso de transformación. La novedad de Empédocles está en el hecho de haber proclamado la inalterabilidad cualitativa y la intransformabilidad de cada una.
Así nació la noción de “elemento”, precisamente como algo original y “cualitativamente inmutable”. Capaz de unirse y separarse espacial y mecánicamente en relación con otro. Como es evidente, se trata de una noción que podía aparecer sólo después de la experiencia eleática y justamente como tentativa de superación de las dificultades encontradas en ella.
Así toma forma la llamada concepción pluralista que supera el monismo de los Jónicos. En efecto, también el “pluralismo” como tal, al nivel de conciencia crítica (como el concepto de elemento) sólo podía surgir como respuesta a las drásticas negaciones de los Eleatas.
1.2. La Amistad y el Odio como fuerzas motrices, su d dinámica y sus efectos
Hay, pues, cuatro elementos que, uniéndose, dan origen a la generación de las cosas y separándose dan origen a su corrupción. Pero ¿cuáles son las fuerzas que las unen y las separan?
Empédocles introdujo las fuerzas cósmicas del Amor o de la Amistad (philía)y del Odio o Discordia (neikos), causa, respectivamente, de la unión y la separación de los elementos. Tales fuerzas, según alterna sucesión, predominan la una sobre la otra por períodos de tiempo constantes y fijados por el destino. Cuando predomina el Amor o la Amistad los elementos se reúnen en unidad; cuando predomina la Discordia, se separan.
Contrariamente a cuanto de buenas a primeras se podría pensar, el cosmos no nace cuando prevalece el Amor o la Amistad, porque el predominio total de esta fuerza si hace que los elementos se reúnan juntos para formar una unidad compacta que Empédocles llama Uno o “Esfero” (que recuerda la esfera de Parménides).
Al contrario, cuando prevalece absolutamente el Odio o la Discordia los elementos están todos separados y ni siquiera en este caso existen las cosas en el mundo.
El cosmos y las cosas del cosmos nacen en los dos períodos del paso que van del predominio de la Amistad al de la Discordia y, luego, del predominio de la Discordia al de la Amistad. En cada uno de estos períodos se da un progresivo nacimiento y una progresiva destrucción de un cosmos que necesariamente supone la acción conjunta de ambas fuerzas.
El momento de la perfección se da no en el momento de la constitución del cosmos sino en la constitución del Esfero.
1.3. Los procesos cognoscitivos
Muy interesantes son las reflexiones de Empédocles sobre la constitución de los organismos, de sus procesos vitales, y sobre todo, sus intentos de explicar los procesos cognitivos.
De las cosas y de sus poros brotan efluvios que afectan los órganos de los sentidos de manera que las partes similares de nuestros órganos reconocen las partes similares de los efluvios que provienen de las cosas: el fuego conoce el fuego, el agua al agua y así sucesivamente (en la percepción visual, el proceso es inverso y los efluvios parten de los ojos; pero permanece firme el principio que lo semejante conoce a lo semejante)
El pensamiento, en esta visión arcaica del conocimiento, tiene su vehículo en la sangre y su sede en el corazón. Por consiguiente, el pensamiento no es una prerrogativa exclusiva del hombre.
1.4. Los destinos del hombre
En el Poema lustral, Empédocles hacía suya y desarrollaba las concepciones órficas y se presentaba como profeta y mensajero de las mismas. Expresaba, en versos sugestivos, el concepto de que el alma del hombre es un daimon que fue arrojado del Olimpo a causa de una culpa original suya y arrojado a merced del ciclo de los nacimientos bajo todas las formas de los vivientes para expiar dicha culpa:
“Uno de ellos soy yo, prófugo de los dioses y errante
porque confié en la furiosa contienda [...]
porque fui un tiempo niño y niña
arbusto y pájaro y mudo pez del mar[...]
En el poema señalaba las reglas de la vida aptas para la purificación y la liberación del ciclo de las reencarnaciones y para volver a ser entre los dioses “liberados de los dolores humanos, indemnes, inviolados”.
En el pensamiento de Empédocles, la física, la mística y la teología forman una unidad compacta. Para él, son divinas las cuatro “raíces” es decir, el agua, el aire, la tierra y el fuego; son divinas las fuerzas de Amistad y de Odio: Dios es el Esfero; las almas son daimones, ellas están constituidas, como todo lo demás, por los elementos y las fuerzas cósmicas. Entre los dos poemas de Empédocles, contrariamente a lo que muchos han pensado, se da una unidad de inspiración y en absoluto nada de antítesis entre dimensión “física” y dimensión “mística”. La dificultad es, si acaso, la opuesta: en este universo en donde todo es “divino”, incluido el mismo Odio, no se ve qué no lo sea y cómo “alma” y “cuerpo” puedan estar en contraste, ya que proceden de las mismas”raíces”. Sólo Platón intentará dar respuesta a este problema.
2. ANAXÁGORAS DE CLAZOMENE: el descubrimiento de las “omeomerías” y de la Inteligencia ordenadora
2.1. La doctrina de las “semillas” u “omeomerías”
Anaxágoras continúa el intento de resolver la gran dificultad suscitada por la filosofía de los Eleatas. Nacido alrededor del 500 a.C. en Clazomene, murió alrededor del 428 a. C. Actuó durante unos 30 años en Atenas. Fue mérito propio probablemente el haber introducido la filosofía en esa ciudad, destinada a llegar a ser la capital de la filosofía antigua. Escribió un tratado Sobre la Naturaleza del cual nos han llegado fragmentos significativos.
También Anaxágoras se declara perfectamente de acuerdo con la imposibilidad de que el no-ser sea y que por lo mismo “nacer” y “morir” constituyan eventos reales: “Pero los Griegos no consideran correctamente el nacer y el morir –escribe-: en efecto ninguna cosa nace o muere, sino que a partir de cosas que existen, se produce un proceso de composición y división; así, pues, deberían llamar correctamente al nacer componerse y al morir dividirse”.
Estas “cosas que existen” que al componerse y al dividirse originan el nacer y el morir de todas las cosas, no pueden ser sólo las cuatros raíces de Empédocles. Agua, aire, tierra y fuego están, en efecto, bien lejos de explicar las innumerables cualidades que se manifiestan en los fenómenos. Las “semillas” (spérmata) o elementos de las que proceden las cosas deberán ser tantas cuantas son las innumerables cualidades de las cosas, precisamente “semillas que tengan formas, colores y sabores de todo género”, es decir, infinitamente variados. Estas semillas son, pues, el originario cualitativo pensado eleáticamente no solo como no generable (eterno) sino como inmutable (ninguna cualidad se transforma en otra, pues es precisamente original). Estos “muchos” originales son, en suma, como pensaba Melisso, el Uno.
Pero estas semillas no son sólo infinitos en número tomados en su conjunto (cualidades infinitas) sino infinitos tomados cada uno singularmente, es decir también son infinitos en cantidad: no tienen límite en grandeza (son inagotables) ni tampoco en la pequeñez, pues se pueden dividir hasta el infinito, sin que la división llegue a un límite, es decir, sin que llegue a la nada (dado que la nada no es). Cualquier semilla (cualquier sustancia -cualidad), pues, se puede dividir hasta el infinito - en partes siempre más pequeñas y las partes así obtenidas serán siempre de la misma cualidad. Precisamente por esta característica de ser- divisibles-en-partes-que-son-siempre-iguales, las “semillas” han sido llamadas “omeomerías” (el término se encuentra en Aristóteles pero no es imposible que sea de Anaxágoras), que quiere decir “partes semejantes”, “partes cualitativamente iguales” (que se obtienen cuando se divide cada una de las “semillas”.)
Primeramente, estas omeomerías constituían una masa en donde todo estaba “mezclado juntamente” de modo que “no se distinguía ninguna”. Luego una Inteligencia (de la que se hablará inmediatamente abajo) determinó un movimiento, que produjo una mezcla ordenada de la mezcla caótica, de donde brotaron todas las cosas. Cada cosa y todas ellas, por consiguiente, son mezclas bien ordenadas en las que existen todas los gérmenes de todas las cosas aunque en medida pequeñísima, proporcionadas de modo diverso. El predominio de esta o de aquel germen es el que determina la diferencia de las cosas. Por eso Anaxágoras dice exactamente: “Todo está en todo”; o también: “En cada cosa hay parte de cada cosa”. En el grano de trigo predomina un germen pero allí está incluido todo, en particular el cabello, la carne, el hueso, etc.: “¿Cómo, en efecto, podría producirse el cabello de lo que no es cabello y la carne de lo que no es carne?” Por este motivo, pues, el pan (trigo) comido y asimilado se hace cabello, carne, y todo lo demás: porque en el pan están los gérmenes de todo”. Así el filósofo de Clazomene intentaba salvar la inmovilidad sea “cuantitativa” sea “cualitativa”: nada procede de la nada ni va a la nada sino que todo está en el ser desde siempre y para siempre, incluida la cualidad aparentemente más insignificante.
2.2. La doctrina de la Inteligencia cósmica
Habíamos dicho que el movimiento que hace nacer las cosas de la mezcla caótica es dado por una Inteligencia divina.
He aquí cómo la describe Anaxágoras en uno de los fragmentos que han llegado hasta nosotros y que marca uno de los vértices del pensamiento presocrático: “Todas las otras cosas tienen parte de cada cosa pero la inteligencia es ilimitada, independiente y no mezclada con alguna cosa sino que está sola en sí. Si en efecto no estuviera en sí sino que estuviera mezclada con cualquier cosa de otro, participaría de todas las cosas, si estuviera mezclada con alguna. En todo se encuentra, en efecto, parte de cada cosa, como he dicho antes, y las cosas mezcladas le servirían de obstáculo de modo que no tendría poder sobre alguna cosa, como lo tiene estando sola en sí. Es, en efecto, la más sutil y más pura de todas las cosas y posee pleno conocimiento de todo y tiene grandísima fuerza. Y la inteligencia domina todas las cosas que tienen vida tanto las mayores como las menores”.
El fragmento –bastante conocido y celebrado con justicia- contiene una intuición verdaderamente grandiosa, es decir, la intuición de un principio que es una realidad infinita, separada de todo el resto, la más “sutil” y la más “pura” de las cosas, igual a sí misma, inteligente y sabia.
Llegamos aquí a un afinamiento notabilísimo del pensamiento de los Presocráticos: aún no hemos llegado al descubrimiento de lo inmaterial pero ciertamente estamos en la fase que lo precede inmediatamente.
3. LEUCIPO Y DEMOCRITO
3.1. La doctrina de los átomos
El último intento de responder a los problemas propuestos por el Eleatismo, permaneciendo en el ámbito de la filosofía de la physis, fue realizado por Leucipo y Demócrito, con el descubrimiento del concepto del átomo.
Leucipo, nativo de Mileto, vino a Italia a Elea (en donde conoció la doctrina eleática) hacia la mitad del s. V a.C. y de Elea pasó a Abdera en donde fundó la Escuela que fue llevada a su máximo esplendor por Demócrito, nacido en la misma ciudad.
Demócrito fue un poco más joven que su maestro. Nació en Abdera hacia el 460 a.C, y murió muy anciano, algún lustro luego de Sócrates.
Se le atribuyen numerosísimos escritos, pero probablemente el conjunto de esas obras constituía el corpus de la Escuela en los que seguramente confluyeron las del maestro y de alguno de los discípulos. Hizo largos viajes y adquirió una enorme cultura, en muy diversos ambientes, tal vez la mayor que hasta ese momento hubiera alcanzado filósofo alguno.
También los Atomistas hacen hincapié en la imposibilidad del no-ser y recalcan que el nacer no es más que un “agregarse de cosas existentes” y el morir un “disgregarse” o mejor un separarse de las mismas. Pero la concepción de estas realidades originales es novísima. Se trata de un “número infinito de cuerpos, invisibles por su pequeñez y volumen”.
Tales cuerpos son indivisibles y por eso son a-tomos (en griego “átomo” significa in-divisible) y naturalmente no generables, indestructibles, inmutables. En cierto sentido estos “átomos” están más cerca al ser eleático de las cuatros “raíces” o elementos de Empédocles y de los “gérmenes” u omeomerías de Anaxágoras, porque son cualitativamente indiferenciados; todos ellos son un ser-pleno en el mismo modo y se diferencian entre sí sólo en la forma y figura geométrica y como tales mantienen sin embargo la igualdad del ser eleático del consigo mismo (absoluta indiferencia cualitativa).
Los átomos de los de Abdera son, pues, el fraccionamiento del Ser-Uno eleático en infinitos “seres-unos” que aspiran a mantener el mayor número posible de características del Ser-Uno eleático.
3.2. Características específicas de los átomos
Al hombre moderno “átomo” evoca inevitablemente significados que ha adquirido el término en la física pos-galileana. Pero en los Abderitas, el átomo lleva el sello del modo de pensar exquisitamente griego. Indica una forma original y es por tanto un átomo-forma, es decir, indivisible. El átomo se diferencia de los otros átomos, además de la figura, por el orden y la posición. Y las formas, lo mismo que el orden y la posición pueden variar hasta el infinito. Naturalmente el átomo no es perceptible por los sentidos sino sólo con la inteligencia. El átomo es, pues, forma visible al entendimiento.
Es claro que el átomo, para ser pensado como “pleno” (de ser), supone necesariamente el “vacío” (de ser y por lo mismo el no-ser). El vacío, pues, es necesario como el pleno: sin vacío los átomos-formas no podrían diferenciarse menos aún moverse. Átomos, vacío y movimiento son la explicación de todo.
Pero, por el momento, es claro que los Atomistas buscaron superar la gran aporía eleática y salvar, al mismo tiempo, la “verdad” y la “opinión”, es decir, los “fenómenos”. La verdad viene dada por los átomos que se diversifican entre ellos sólo por las diferentes determinaciones geométrico-mecánicas (figura, orden, posición) y por el vacío; los diversos fenómenos y sus diferencias provienen del diverso modo como los átomos se agregan y del encuentro posterior de las cosas, producidas por ellos, con nuestros sentidos.
Atomo. Es una de las creaciones más significativas del pensamiento griego. Significa “indivisible” y para Leucipo y Demócrito – y luego también para Epicuro- indica el principio de toda la realidad.
El átomo no es visible sino para el ojo del entendimiento. No tiene cualidad sino sólo formas geométricas, orden y posición. Es inmutable, incorruptible, dotado naturalmente de movimiento. Todas las realidades nacen por agregación de átomos y mueren por su disgregación.
Demócrito escribe: “Opinión el frío, opinión el calor; verdad los átomos y el vacío”. Este es, ciertamente, el más ingenioso intento de justificar la opinión (la doxa como la llamaban los Griegos) que se tuvo en el ámbito de los Presocráticos.
3.3. el movimiento de los átomos, el origen del mundo y el mecanicismo
Es necesaria una aclaración más sobre el movimiento. Los estudios modernos han demostrado que es necesario distinguir en el Atomismo original tres formas de movimiento:
a) El movimiento primigenio de los átomos debía ser un movimiento caótico como el giro del polvito atmosférico en todas direcciones, que se ve en los rayos del sol que entran a través de la ventana:
b) De este movimiento proviene un movimiento en torbellino que lleva a los átomos semejantes a agregarse entre sí y a los átomos diferentes a disponerse de modo diverso y a dar origen al mundo;
c) Finalmente, hay un movimiento de los átomos que se desprenden de todas las cosas (que son compuestos atómicos) y que forman los efluvios (un ejemplo típico es el de los perfumes).
Es evidente que, desde el momento en que los átomos son infinitos, son también infinitos los mundos que proceden de ellos, diversos los unos de los otros (pero, a veces, también idénticos, siendo posible, en la infinita variedad de las combinaciones, que se de una idéntica combinación) Todos los mundos nacen, se desarrollan y luego se corrompen para dar origen a otros mundos, cíclicamente y sin término.
Los Atomistas han pasado a la historia como aquellos que ponen el mundo “por casualidad”. Pero esto no quiere decir que ellos no asignen causas al nacimiento del mundo (estas causa son, en efecto, las explicadas más arriba), pero no le asignan una causa inteligente, una causa final. El orden (el cosmos) es efecto de un encuentro mecánico de los átomos, ni proyectado ni producido por una inteligencia. La misma inteligencia sigue y no precede el compuesto atómico. Esto no quita, sin embargo, que los Atomistas hayan indicado en algunos átomos un cierto sentido privilegiado, lisos, esferiformes y de naturaleza ígnea, los constitutivos del alma y de la inteligencia. Y de acuerdo con algunos testimonios, Demócrito habría considerado tales átomos precisamente como lo divino.
3.4. Ideas gnoseológicas y morales
El conocimiento deriva de los efluvios de los átomos que se desprenden de todas las cosas (como se dijo más arriba) y entran en contacto con los sentidos. En este contacto, los átomos semejantes fuera de nosotros impresionan a los semejantes en nosotros, de modo que el semejante conoce al semejante, análogamente a cuanto ya Empédocles había dicho. Pero Demócrito insistió además sobre la diferencia entre conocimiento sensorial y conocimiento inteligible: el primero nos da únicamente la opinión; el segundo la verdad, en el sentido indicado más arriba.
Demócrito fue famoso igualmente por sus espléndidas sentencias morales que, sin embargo, parecen provenir de la tradición de la sabiduría griega más que de sus principios ontológicos. La idea central de esta ética es que el “alma es la morada de nuestra suerte” y que precisamente en el alma y no en las cosas exteriores o en los bienes del cuerpo, está la raíz de la felicidad o de la infelicidad. Una máxima suya muestra, finalmente, como había madurado ya en él una visión cosmopolita: “Cada país de la tierra está abierto para el hombre sabio; porque la patria del ánimo virtuoso es el universo entero”.
viernes, 23 de septiembre de 2011
viernes, 16 de septiembre de 2011
DOCUMENTO TRES
Por favor, leer este documento y consignar en su cuaderno las características más importantes que permitieron que en Grecia surgiera la Filosofía.
Doc 3
Doc 3
lunes, 12 de septiembre de 2011
LA ANTIGUA GRECIA
AMIGAS:
Se trata de ver este video.
No es largo.
Nos acercará alguito más a la Grecia Clásica.
La fascinante Grecia de los Filósofos.
Véanlo, y tomen nota de algunas cosas que pueden llamarle la atención.
Abrazos.
Oigan!
Me alegra el buen espíritu que tienen en esta materia...
Ténganme paciencia... jejeje
Abrazos
Se trata de ver este video.
No es largo.
Nos acercará alguito más a la Grecia Clásica.
La fascinante Grecia de los Filósofos.
Véanlo, y tomen nota de algunas cosas que pueden llamarle la atención.
Abrazos.
Oigan!
Me alegra el buen espíritu que tienen en esta materia...
Ténganme paciencia... jejeje
Abrazos
viernes, 9 de septiembre de 2011
TALLER 1
Hola, Amiga de Filosofía de 10
Los ejercicios que hemos puesto en clase son los siguientes:
1. Septiembre 9 de 2011: Ejercicios de Fin de Semana
A. Leer el Documento #1: LOS POEMAS HOMÉRICOS Y LOS POETAS GNÓMICOS
y responder en el cuaderno de Filosofía las dos preguntas finales.
B. Leer el apartado sobre los Mitos y la Visión Mítica del Mundo en el Mundo de Sofía.
Los ejercicios que hemos puesto en clase son los siguientes:
1. Septiembre 9 de 2011: Ejercicios de Fin de Semana
A. Leer el Documento #1: LOS POEMAS HOMÉRICOS Y LOS POETAS GNÓMICOS
y responder en el cuaderno de Filosofía las dos preguntas finales.
B. Leer el apartado sobre los Mitos y la Visión Mítica del Mundo en el Mundo de Sofía.
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